Let it be...

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Te advierto que no soy lo que buscas. Amo viajar y me encantaría casarme con un vestido blanco. Adoro a mi familia. No soporto las discriminaciones. Realmente no me importa estar sola, es más, me gusta, me gusta reflexionar sobre mi vida y también sobre las personas que me rodean, me gusta la soledad hasta el punto en que el silencio se ha convertido en mi compañero de vida y la música mi amiga. Me gusta escuchar a los demás. No tengo sueños sino objetivos. Si me propongo algo no pararé hasta tenerlo. Me enamoran las sonrisas, pienso que es la mejor arma de cada persona. Tengo mucho carácter. Hay épocas que soy muy borde y fría, pero también es verdad que hay épocas en las que soy muy dulce, así que tal vez, decidas comerme a mí en vez de un helado. Vivo y dejo vivir. No pido que nadie lea esto.

sábado, 2 de junio de 2012

Take me away to Howards because here the people don't believe in the dreams.


- ¿Qué quieres ser cuando seas grande Adriana? - le pregunta su abuela con una expresión indescifrable.
Adriana la mira y piensa durante unos instantes... «¿Abogada? Tengo facilidad de palabras, tengo carácter fuerte y soy muy testaruda para defender mis ideales. Me gusta discutir y el intercambio de ideas... pero no, muchos estudian abogacía, yo no quiero ser igual a los demás. ¿Médica? Sería interesante estudiar el cuerpo humano pero ni pienso abrir un cuerpo, ni pienso ver gente morir por mi culpa. ¿Psicóloga? Puede ser... Sirvo para dar consejos y ponerme en el lugar de los demás...» Y después de unos momentos más de reflexión, estaba segurísima de su respuesta:
-¡Vendedora de sueños! - le soltó con mucho orgullo.
Su abuela la miró con cara de locura y frunció el ceño mientras pequeñas arruguitas se le formaban en la frente.
- ¿Vendedora de sueños? - le pregunto como si hubiese dicho la frase más estúpida del mundo.
- Sí abuela, vendedora de sueños - le dijo con impaciencia. 
- ¿Y por qué quieres ser vendedora de sueños? - la interrogó seriamente.
- ¿No te diste cuenta de cómo está la sociedad de ahora? Nadie cree... Nadie cree en la magia... Nadie cree en que los sueños se cumplen... Perdieron la fe, la capacidad para soñar... Vas caminando por la calle, y ves a todos caminando con paso apurado y metidos en su mundo, con la cabeza en otra parte, apagados... Ya nadie se pone a soñar como es debido... Yo quiero devolverles esa fe, devolverles la belleza de soñar, devolverles la capacidad de creer con el corazón...
La abuela la miró maravillada...
- ¿Y cómo piensas hacerlo? - le dijo su abuela con real entusiasmo y con una sonrisa en el rostro. Al parecer la había convencido con su monólogo.
- No lo sé - declaró tras un suspiro - Quizá convenciéndolos de que si todos los días cierran los ojos tan solo diez segundos, piensas en lo que más anhelan en el mundo y lo desean con el corazón, esto se cumplirá…